Personajes
sevillanos
(Por: Benjamín Bentura Remacha)
Y puestos a rememorar hazañas de personajes
sevillanos en estos días de efervescencia sevillista o bética, según los
colores de cada cual, recordar a otro personaje del lugar que se llamaba Alberto Hoyos y al que después de la
publicación de una esquela con la falsa noticia de su fallecimiento se le
conocía por “el muerto vivo”.
Tenía un colmado cerca del convento de la
Caridad, donde los cuadros tétricos de Valdés Leal, y se acordaba de la
vecinita del piso de arriba que llamaba a la policía cuando no podía dormir por
el ruido de los clientes de su establecimiento. Fue apoderado de Carlos Romero “Periquito” y
protagonista de episodios picarescos como el de pedirle veinte duros a su poderdante
“para entrenarse” o beber agua gorda en la fuente que había junto al edificio
de Correos de la Cibeles y llamarle “champan de acequia”.
Se paseaba por Madrid con un abrigo de
cuello de terciopelo y, si había suerte, se colaba en la inauguración de una
zapatería o en la exposición de un artista conocido.
Tenía buen porte y sabía consumir los
canapés con elegancia. Publicó un libro de poesía y fue por un corto espacio de
tiempo coapoderado de Manuel Benítez “El
Cordobés” con José Morales Mingorance, hijo de “Ostioncito” y apoderado de Dámaso Gómez y unos hermanos
rejoneadores, los López Chaves.
Se casó con la hermana, Lolita. Manuel
Benítez les prohibió que organizaran novilladas por su cuenta y no le hicieron
caso. La novillada hubo de suspenderse por lluvia y los gastos, a la postre, se
los pidieron al de Villalobillos. Fueron despedidos al instante. La lucha por
la vida.
La primera no es tal curiosidad, es el
recuerdo de un gran acontecimiento: la alternativa de Antonio Bienvenida el 9 de abril de 1942. Fue en Madrid con su
hermano Pepe de padrino y de testigo y con el toro cárdeno “Cabileño” de la
ganadería de Miura, corrida remendada con un toro de Tovar. Unos meses después,
en Barcelona y el 26 de julio, el toro “Buenacara” de Ignacio Sánchez, al
ejecutar Antonio (Don Antonio) un pase cambiado con la muleta plegada, le
produjo una gravísima cornada en el vientre que frenó en seco su brillante
trayectoria. Antonio fue un hombre de mala suerte.
Siempre que le tocaba un toro le hería gravemente,
hasta que una vaca de Amelia Pérez Tabernero le produjo la voltereta mortal en
octubre de 1975, hará 40 años. Sin embargo, su hermano Pepe, en su dilatada
vida torera, sólo visitó una enfermería, la de Pamplona, por un leve golpe.
Pero, al final, fue a morir en la enfermería de la plaza de Acho de Lima al
sufrir un infarto en la ejecución de un par de banderillas, suerte, con la
estocada a recibir, en la que era un consumado maestro.
Otro aniversario celebramos el día 8 de
este mes de abril, el de la muerte de Rafael Molina y Martínez, sobrino de
“Lagartijo el Grande” (es lógico que, al usar el mismo apodo que su ilustre
pariente, añadamos lo de “el Chico” para salvar el equívoco). Fue un buen
torero, con “solera” cordobesa y conocimientos técnicos, pero abúlico y
enfermo. Un toro de Miura, en la corrida real que, con la presencia de Alfonso
XIII, se celebró en Zaragoza el 14 de mayo de 1908, le produjo varios varetazos
en el pecho y aseguran las crónicas de aquellos tiempos que, como consecuencia
de aquel doloroso trance, se le acentuó la tuberculosis que sufría y falleció
en su Córdoba natal (16 de julio de 1880) el 8 de abril de 1910.
Luego hubo
otro “Lagartijo”, también cordobés y sobrino de “Manolete”, un “Lagartija”,
dos “Lagartijillos” y un “Lagartito”, este de Belchite y con
ciertas habilidades toreras y mucha simpatía personal. Acabó su vida como
ganadero y empresario de festejos menores y murió en Zaragoza el 21 de junio de
1966. Se llamaba Francisco Royo Turón
y era hijo de “El Lagarto”. Lógico. Dos
hermanos de Paco Royo, José y Eduardo, “Lagartito II” y “Lagartito III”, también se iniciaron en la carrera taurina
pero no pasaron del escalafón novilleril.
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